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  • Sabiduría para la práctica
  • La Sabiduría es conocimiento aplicado
  • La sabiduría se propaga ella misma

Sabiduría para la práctica

La Sabiduría es para la práctica, no para hablar de ella continuamente. Si nos limitamos a hablar de los Maestros, los Rayos y las Jerarquías, tan sólo conseguimos descuidar nuestras obligaciones presentes.

La Sabiduría es conocimiento aplicado

Cuando el conocimiento es aplicado deviene sabiduría. Solemos obtener mucho conocimiento pero tenemos que aplicarlo en nuestra vida diaria para que se transforme en sabiduría. A través de la sabiduría experimentaremos la existencia.

La sabiduría se propaga ella misma

No tenemos que estar deseando difundir la sabiduría sin trabajarla en nosotros mismos. No hemos comprendido bien si pensamos que podemos difundir la sabiduría. La sabiduría sabe como difundirse. Sólo necesita canales.

Dar y Recibir

Un Préstamo

Giving and Taking Tenemos que refleccionar una y otra vez sobre las cosas básicas, porque somos propensos a olvidarlas. En cada uno de nosotros, la Conciencia Universal es la conciencia individual, la Mente Universal trabaja como nuestras mentes. Todo es universal y al mismo tiempo individual. No estamos separados del Gran Ser, eso es sólo idea nuestra. El ser nos ha sido dado, no lo hemos tomado y tampoco podemos quedárnoslo. Toda nuestra energía es un préstamo; todo lo que tenemos es prestado - el cuerpo, de los elementos; el alimento, de la tierra; la mente, de la Mente Cósmica. El cuerpo que nos ha sido dado pertenece al Señor; vivimos y trabajamos con él y tenemos que entender para que es apto.

El instinto de posesión es ancestral, pero desde el punto de vista espiritual el sentimiento de “mío” no es real, es una ilusión. Hoy, no obstante, esta ilusión se ha vuelto muy fuerte. La actividad humana moderna consiste principalmente en ideas en desarrollo acerca de cómo obtener abundancia y cómo adquirir las posesiones de otros de una manera inteligente. Los fuertes han robado la tierra de los nativos y la reclaman para sí mismos; para esto han creado los derechos de propiedad. Los ricos inteligentes toman conocimientos de los pobres menos inteligentes, por ejemplo, sobre tradiciones médicas antiguas, las cuales patentan, tomando las producciones de las naciones pobres. Incluso en los círculos esotéricos, toman el conocimiento revelado por los Maestros, le agregan sus propias expresiones y color y lo publican como cosa propia. Los Maestros de Sabiduría brindan la sabiduría gratuitamente, no la reclaman para sí mismos, porque pertenece a todos. Es muy grave si se gana dinero con la transmisión de la sabiduría.

Desde una conciencia superior, incluso el sentimiento de que algo nos pertenece es robar. Incluso nuestras ropas no nos pertenecen, nos fueron dadas. En nuestra actitud comercial decimos: “las he comprado.” ¿Cómo conseguimos el dinero? Usando nuestra mente. Pero ¿quién nos dio el cerebro, la mente, la energía? Damos por sentado lo que nos ha sido dado y no lo respetamos. Sólo prestamos atención a lo que nos no ha sido dado y que quisiéramos tener. La visión se nos ha dado, sólo el ciego sabe lo que significa. La audición se nos ha dado, el gusto, la digestión. Incluso sólo valoramos la capacidad de erguirnos cuando tenemos que caminar de rodillas. No nos percatamos del valor de lo que nos ha sido dado. El Maestro Morya dice: “ Agradece lo que te ha sido dado.”

Recibir y Distribuir

Una ley espiritual dice: “de igual manera que recibimos, también debemos dar.” Hemos recibido un cuerpo; debemos ser agradecidos por él y dar al menos un cuerpo a otro para liberarnos de nuestras deudas. Tenemos un deber que cumplir hacia nuestros padres e hijos. Recibimos muchas cosas de la sociedad humana; pagamos nuestra deuda rindiendo un servicio a la humanidad. Recibimos sabiduría del Maestro, sólo para transmitirla a aquellos que la buscan. Recibimos del reino animal, vegetal y mineral, y tenemos el deber de darles algo a cambio. También recibimos mucho del reino de los devas, las inteligencias sutiles de la naturaleza que trabajan en nosotros como principios. No necesitan nada de nosotros, pero cuando les respetamos y veneramos, pagamos nuestras deudas. También nuestra adoración de lo divino es un pago de nuestra deuda por lo que se nos ha dado. Si no damos, estamos limitados por nuestras deudas.

Todo lo que se nos ha dado tiene el objetivo de ser redistribuido a otros - tiempo, dinero, capacidades. Cuando lo utilizamos para otros, las energías pueden fluir, de lo contrario nos bloquean. El conocimiento y las capacidades en cada área están concebidas para otros - la energía curativa es para quienes la necesitan; la música, para dar placer a otros; incluso una cara hermosa no es para nosotros, sino para otros. No podemos decir que no tenemos nada que distribuir. Incluso si no tenemos dinero, podemos utilizar tiempo y energía para ayudar a otros.

La Actitud Correcta

Pensamos que recibir es una gran alegría, pero la verdad es que es lo contrario: dar es alegría verdadera. Los ignorantes se alegran cuando consiguen cosas gratis, pero todo lo que recibimos constituye una atadura en nuestra personalidad. Al dar somos liberados, al recibir restringimos nuestra libertad: estamos en deuda con el que da. Al dar superamos lentamente el condicionamiento de nuestra personalidad. Los conocedores sólo dan, no aceptan regalos que sobrepasen un monto modesto. No debemos recibir nada de alguien a quien no le podamos también dar algo. Está bien recibir, a condición de que demos. Siempre debemos dar más de lo que recibimos. La recepción sin distribución llegará con el tiempo a ser peligrosa para nosotros.

Debemos dar sin tener expectativas. La expectativa es una corrupción del dar. Usted da sólo por el placer de dar y al hacerlo recibe alegría, satisfacción y equilibrio interno. Es importante dar con devoción a quien lo necesita, no de una manera que desacredite o por sentido del deber. Un gran maestro dijo: “no dé, cuando sienta que da.” Debemos dar solamente tanto como nos de alegría y mientras podamos dar y luego olvidarnos de ello. No debemos forzarnos a dar y sufrir por hacerlo, pero al mismo tiempo no debemos demorarnos en dar. Se dice que no debemos dar la espalda a un mendigo. Aunque nuestra dádiva puede que no solucione el problema de su pobreza, expresa nuestro sentido de dar.

Se necesita discriminación al dar. Debemos saber qué damos a quién, cuándo y dónde. Un hombre hambriento necesita alimento y no sabiduría; una persona de duelo necesita ser reconfortada con las palabras apropiadas. Hay también santidad con respecto al lugar donde se debe dar. Existe una diferencia entre dar un presente en un cuarto de meditación o en el cementerio.

Cuando damos, crece fácilmente la sensación de que damos y el orgullo se eleva. Nos consideramos especiales y damos para recibir reconocimientos y honores. Tal vez pensamos que hemos ayudado a mucha gente, pero realmente vivimos en un espejismo y sólo hemos pagado nuestras deudas hacia ellos. Para evitar estos abismos, las enseñanzas de Sabiduría recomiendan ver al Señor en la persona a quien se le da. A través de la persona exterior usted da al Hombre Cósmico. Cuando le vemos a Èl, el dar deja de existir y ya no hay “otros” a quiénes estamos dando; todos son hermanos.

Dando la Mano

El Maestro CVV dice: “No pida y no sea un mendigo. Si usted tiene un deseo intenso, envíemelo a mí. Si es bueno para usted, yo me aseguraré de que usted lo consiga.” Debemos utilizar los medios que se nos confían de una manera responsable, no solamente acumularlos. Es correcto tener comodidades en la vida, pero no lujos. Aquello que tengamos en demasía, hemos de darlo. Cuando compartimos y distribuimos, los círculos superiores nos demuestran confianza: Lentamente los tesoros de la naturaleza se abren para nosotros y nos convertimos en un canal para la distribución de estos medios en áreas donde se necesitan.

Una mano que distribuye es una mano divina. Puede distribuir cosas materiales como alimentos o ropas, o también energía curativa y bendiciones. Las manos llevan la energía de dar y de la protección. Cada vez que hacemos un acto de beneficio para el mundo, debemos lavarnos las manos, para que podamos recibir nuevas energías. Cuando no utilizamos las manos, se recomienda mantenerlas juntas; esto recibe el nombre de cierre de fuerzas. De igual manera, se recomienda grandemente entrelazar las manos y los pies durante los viajes y el descanso de modo que no haya descarga de energía a través del sistema. Cuando las energías se distribuyen para dar, separamos las manos nuevamente.

Fuentes utilizadas: K.P. Kumar Saraswathi – La Palabra / notas de seminarios. The World Teacher Trust / Ed. Dhanishta, Barcelona.