por el Dr. K. Parvathi Kumar Vista Previa de los Libros - Sabiduría

No hay más que una clave para todos los libros sagrados. En todas las escrituras sagradas del mundo hay una presencia muy poderosa del simbolismo y la alegoría esotéricos. Hay una clave para interpretar la alegoría y el simbolismo, sin la cual ninguna escritura revela nunca el conocimiento esotérico. Esta clave la han proporcionado los cánones orientales hindú-budistas de ocultismo. Encaja también en cualquier escritura, sea esta egipcia, griega, caldea, persa, hebrea, mosaica o cristiana. Sólo hay velos en las escrituras para que la sabiduría quede protegida del profano.

La clave de las escrituras no suele encontrarse en el mercado. Los que se autoproclaman eruditos y pandits no saben nada de ello; sólo los Mahatmas, los Yoguis, los Adeptos y los discípulos iniciados tienen la clave, incluso en esta era del Kali Yuga. Los eruditos modernos son como el ciego que no ve nada pero afirma, y estas afirmaciones se propagan más deprisa en un mundo superficial. En el mundo la mentira viaja más deprisa que la Verdad. La Verdad parece ficción, o más que ficción. Aquellos que tienen la clave no proclaman poseerla, y los que no la tienen ladran con fuerza desde lo alto de sus torres. El planteamiento de los profesores y los orientalistas modernos se halla en su infancia. Juzgan libremente a Panini, el mayor de los gramáticos, al Señor Buda, a Pitágoras y a los similares.

La clave de la Sabiduría de las escrituras sagradas es el hombre mismo.

El conocimiento nunca ha estado oculto. Los Hierofantes de todos los tiempos nunca lo han conservado en secreto. Los Iniciados nunca ocultan el conocimiento, son transparentes y están abiertos a revelarlo a aquellos que buscan. Las Sagradas Escrituras han sido protegidas y guardadas ya que en la era de Kali ha habido un intento contundente e incesante por destruirlas. Los buscadores de la Verdad son demasiado pocos. Otros, que buscan, no saben cómo buscar ni dónde buscar.

Los días de Constantino son los días que trajeron un punto de inflexión en la historia de la humanidad. Esto fue entre los años 272-337 d.C., cuando hubo una lucha enorme para establecer la religión de los Nazarenos mediante la destrucción del conocimiento y de la Ciencia Oculta, tal como existían en aquella época. El mundo occidental quedó estrangulado con la nueva religión, y las Doctrinas Ocultistas, en donde se hallaba la Ciencia de la Sabiduría que prueba la existencia de una doctrina madre, se buscaban para ser mutiladas o quemadas. La Sabiduría secreta de hoy día se enseñaba abiertamente en los templos de los Hierofantes.

Se sabía que había un manantial de Sabiduría, con una fuente perenne, que siempre fluía, que discurría en todas direcciones en varios arroyos y riachuelos. El período de Buddha y Pitágoras y el de los neo-platónicos mantuvo esta Sabiduría en lo alto, que más tarde se retiró a los templos-cueva debido al ataque violento de la religión que llegaba con un Dios personificado. El emperador Constantino fue el instrumento principal que moldeó la nueva religión para adaptarla a sus necesidades políticas. Por tanto, concibió, junto a algunos nazarenos, una doctrina de Dios políticamente conveniente, que fuera lo suficientemente buena para las masas, que, en general, son ingenuas. La Ciencia de la Sabiduría quedó distorsionada en una fe personal. Fe aparte, la Ciencia de la Sabiduría existe en relación a la Cosmogénesis y la Antropogénesis.

Realmente, parece como si desde la creación del mundo no haya habido más que una era de conocimiento real en la Tierra, la era actual. En el nebuloso crepúsculo, en el amanecer gris de la historia, se yerguen las pálidas sombras de los antiguos Sabios de fama mundial. El resplandor del mediodía del conocimiento no ha llegado hasta ahora, para ser conocido por todos. El conocimiento del pasado siempre ha sido útil a sus sucesores inmediatos, pero los sucesores lo han coloreado según su comprensión. Esta coloración ha ocultado la Sabiduría. Los Rishis y los Sabios de la antigüedad han caminado más allá de los campos áridos del mito y la superstición. En realidad han dejado unos cuantos puntos de referencia en las preciosas mentes de los filósofos.

Los antiguos han preparado y fertilizado inmejorablemente el campo del conocimiento, pero los modernos han plantado en ese campo semillas de negación y de agnosticismo. Decir que los filósofos del pasado mantenían concepciones insostenibles y que vivían una forma de vida inculta es sólo exhibir la propia ignorancia.

Muchos filósofos y eruditos modernos son aclamados como los más distinguidos, pero todos ellos sin excepción sólo han disfrazado las ideas de los antiguos filósofos a los que siempre están dispuestos a denigrar.

Durante veinte siglos, todos los que habían leído a Platón han sido conscientes de que, como la mayoría de los filósofos griegos, los filósofos destacados, Platón había sido iniciado. Como estaba ligado por el juramento sodálico, sólo podía hablar de ciertas cosas en alegorías reales. Su reverencia por los misterios es ilimitada.

Sólo los Iniciados pueden comprender el significado oculto del tema que trataba. Las especulaciones de Platón sobre la creación y la evolución del primer hombre deben tomarse de manera alegórica. Igual que los rasgos aparentemente incongruentes de las Enseñanzas de Platón de que Dios es la Mente Universal difusa en todas las cosas y el dogma de la inmortalidad del alma. La devoción de Platón y la gran veneración que sentía por los Misterios son suficientes para afirmar que no se permitiría ninguna indiscreción. Lograr lo mejor de este profundo sentido de responsabilidad es lo que siente todo Adepto.

“Perfeccionándose a sí mismo constantemente en los Misterios Ocultos, un hombre se convierte en verdaderamente perfecto”.