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  • Sabiduría para la práctica
  • La Sabiduría es conocimiento aplicado
  • La sabiduría se propaga ella misma

Sabiduría para la práctica

La Sabiduría es para la práctica, no para hablar de ella continuamente. Si nos limitamos a hablar de los Maestros, los Rayos y las Jerarquías, tan sólo conseguimos descuidar nuestras obligaciones presentes.

La Sabiduría es conocimiento aplicado

Cuando el conocimiento es aplicado deviene sabiduría. Solemos obtener mucho conocimiento pero tenemos que aplicarlo en nuestra vida diaria para que se transforme en sabiduría. A través de la sabiduría experimentaremos la existencia.

La sabiduría se propaga ella misma

No tenemos que estar deseando difundir la sabiduría sin trabajarla en nosotros mismos. No hemos comprendido bien si pensamos que podemos difundir la sabiduría. La sabiduría sabe como difundirse. Sólo necesita canales.

Libre Albedrió y Ley

Privilegio y Responsabilidad

Libre Albedrió y Ley

Las enseñanzas de la sabiduría explican que todos los seres de la creación se desarrollan según la ley de la evolución. Emergen desde la verdad; pasan por la involución (descenso a la materia) y la evolución (ascenso fuera de la materia) durante vastos períodos de tiempo y, finalmente, se funden de nuevo en la verdad. En el caso de los minerales, las plantas y los animales, la evolución se produce de forma natural y automáticamente. Sin embargo, esto no se aplica a los seres humanos.

Nuestra evolución no es automática, ya que tenemos libre albedrío y la libertad asociada a él. Por tanto, tenemos un privilegio y una responsabilidad adicional en comparación con otros seres. Dependiendo de cómo utilicemos nuestra voluntad, se produce una evolución o una involución, o incluso un estancamiento. El hombre puede elevarse a las esferas más altas o destruirse en los mundos más bajos. Por esta razón, la historia de la evolución humana es una historia de tensiones, crisis y clímax. Debido a estas posibilidades extremas, se nos insta a aferrarnos a un hilo de ayuda y dedicarnos a una vida de servicio a nuestros semejantes. Entonces la evolución está asegurada.

El libre albedrío es un don de Dios para nosotros. Lo que llamamos «Dios» es una energía paternal que siente un gran amor por sus hijos. Los padres quieren dar a sus hijos tanta libertad como tienen. Sólo con libertad podemos aprender por ensayo y error. Si nuestra vida estuviera completamente guiada, carecería de interés.

La Ley del Ritmo

Desde que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, el hombre tiene libre albedrío. El libre albedrío se da en la creación. Pero nuestro libre albedrío está siempre ligado a la ley, y depende de si nos ajustamos a la ley de la creación. Incluso antes de la aparición del hombre en la creación, ya existía la ley del ritmo. Todo en la naturaleza es rítmico. El tiempo se mueve en un orden rítmico. Al sintonizar con este ritmo, estamos en armonía con la creación. El libre albedrío debe ejercerse en armonía con el ritmo que ya existe. Por tanto, aunque tengamos libre albedrío, debemos ejercerlo en armonía con las leyes rítmicas. Cuando nos salimos del ritmo, empezamos a crear nuestro propio destino porque ya no vivimos en armonía.

Cuanta más libertad tenemos, más responsabilidad asumimos. Los que asumen más responsabilidad también tienen más libre albedrío. Los que entran en más luz también tienen más responsabilidad, más alegría, más felicidad, hasta el punto de la dicha. Nuestro libre albedrío siempre está limitado por la ley.

Liberar a un niño dentro de ciertos límites y disciplinas es un acto de amor, y se espera que el niño se comporte correctamente. Si los niños no lo hacen, entonces la naturaleza tomará el control de ellos creándoles problemas. Dependiendo de nuestro comportamiento, la Madre Naturaleza nos da libertad o nos la quita. La libertad no sólo está a nuestro alrededor, sino también en nuestro interior. Si nuestra naturaleza nos permite estar siempre contentos o felices, significa que gozamos de libre albedrío de acuerdo con la ley. Si algo va en contra de nuestro libre albedrío, entonces sufrimos en cuanto a nuestros sentimientos y pensamientos, enfermamos, etc. Esto proviene de nuestra naturaleza interior porque no nos hemos comportado como debíamos. Este es el proceso de aprendizaje.

El libre albedrío es sólo aparentemente libre, no es realmente libre. Si el libre albedrío es visto como una oportunidad favorable, estamos inclinados a abusar de él y así llevarnos de la salud a la enfermedad. Si vamos a una cena y hay un gran buffet donde podemos coger lo que queramos, si nos sentimos libres y comemos todo lo que hay, mañana nos sentiremos enfermos. Aunque haya tantas cosas disponibles, nuestro estómago no puede comer todo lo que queremos. Es obvio que tenemos libre albedrío, pero el sistema de la naturaleza tiene prioridad.

Los humanos nos hemos salido de este sistema de la naturaleza y por eso enfermamos. Nuestro cuerpo también tiene un ritmo; por ejemplo, una persona sana siente hambre y sed según un ritmo. Una persona sana sigue un ritmo de vida fijo en cuanto a actividad y descanso. No descuidan el ritmo al comer o durante las relaciones sexuales. Siguen el ritmo del día y no permiten que la energía y el dinamismo rítmicos se conviertan en una rutina aburrida. La diferencia entre una rutina habitual aburrida y el ritmo radica en el entusiasmo. La rutina habitual da lugar al pensamiento enfermizo: «Tengo que hacer esto», y el ritmo da lugar al pensamiento sano y alegre: «Me gusta hacer esto». Los resultados mágicos se consiguen gracias al ritmo.

En la naturaleza, hay un tiempo específico para el amanecer, el atardecer, el mediodía, la luna llena y la luna nueva. Nosotros también necesitamos este tipo de ritmo y fiabilidad en nuestro comportamiento. Cuando seguimos ese ritmo, recibimos las vibraciones magnéticas del ritmo de la naturaleza y también la voluntad asociada a él. La voluntad de la naturaleza está organizada rítmicamente y, por tanto, tiene un gran poder. Nosotros también podemos obtener un poder de voluntad similar si desarrollamos un buen ritmo de vida. De este modo, podemos experimentar el esplendor de la creación.

Como humanos, somos inmortales por naturaleza. Sin embargo, cuando empezamos a vivir en la Tierra, transgredimos o pasamos por alto las leyes del ritmo tal y como han existido desde el principio de la creación. Por esa transgresión nos hemos reducido a mortales, aunque seamos fundamentalmente inmortales. Todos vinimos a este planeta como peregrinos. Sólo por nuestra falta de comprensión de las leyes de la creación y nuestra incapacidad para sintonizarnos con ellas nos hemos convertido en prisioneros del planeta. Por lo tanto, rendirnos al ritmo es la clave para redimirnos de prisioneros a peregrinos.

Origen del Libre Albedrío

En su significado esotérico, la leyenda de los ángeles caídos contiene la clave de las múltiples contradicciones del carácter humano. Señala los secretos de la conciencia humana y la historia de su desarrollo y despliegue. Hace unos 18 millones de años, sublimes seres de fuego, también llamados Manasa Putras (Hijos del Pensamiento Cósmico) o Agnishvattas (Señores de la Llama) en Oriente y Ángeles Sol en la sabiduría occidental, descendieron de planos superiores. Decidieron darnos libre albedrío por amor y acelerar así nuestra evolución. Otros devas vieron en ello un peligro y, en efecto, la libertad tiene sus propios peligros. Los rebeldes corresponden tanto al Prometeo de la mitología griega como a la serpiente del Génesis bíblico. Prometeo trajo la autoconciencia a la humanidad como el fuego de los dioses. Los ángeles de fuego son vistos como rebeldes cósmicos y por algunos como los ángeles caídos.

No se trata sólo de una representación alegórica. El acto de los rebeldes fue y es una gran ayuda. Son nuestros salvadores, porque gracias a ellos ahora podemos pensar y decidir por nosotros mismos. Con confianza en nosotros mismos, tenemos la oportunidad de desarrollarnos y crecer más rápidamente. El libre albedrío es un don divino, pero por falta de conocimiento y mal uso creamos consecuencias y conflictos. Podemos utilizar este don para el bien o para el mal.

Respetar el Libre Albedrío

Muchas personas utilizan el libre albedrío con fines constructivos. Sin embargo, son muy numerosos los que utilizan el libre albedrío principalmente con motivos egoístas para obtener ventajas para sí mismos o para hacerse con el poder. La insensata voluntad de poder intenta manipular a los demás e imponerles sus propias ideas y modo de vida.

Muchos también quieren hacer el bien y ayudar a los demás. Sin embargo, a menudo lo hacen según su propia idea de lo que es bueno para los demás. La ayuda no solicitada es una forma de agresión que se opone al libre albedrío de los demás. Actuar con buena voluntad significa actuar sin motivos personales, pensando en las necesidades de los demás y respetando su libre albedrío.

Los maestros de sabiduría respetan el libre albedrío de las personas. Permiten tanta libertad como quiera cada alma. Los maestros están dispuestos a ayudar, pero sólo si se les pide ayuda. No imponen su ayuda. A menudo dicen: «No podemos ayudarte, aunque queramos, porque no nos pides ayuda en el momento adecuado». Deberíamos reflexionar profundamente sobre esto.

Si estamos en una crisis y no pedimos ayuda, no se establece ninguna conexión y la Jerarquía no puede llegar hasta nosotros. Los Maestros están sujetos a la ley del amor y este amor sabe lo que es el libre albedrío. Los Maestros sonríen y esperan hasta que se les pide. Esperan y nos desean lo mejor. Podemos pedir ayuda desde el corazón, con el corazón.

Fuentes utilizadas: K.P. Kumar: Shambala; notas de diversos seminaries. The World Teacher Trust / Ediciones Dhanishtha España (www.edicionesdhanishtha.com)