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  • Sabiduría para la práctica
  • La Sabiduría es conocimiento aplicado
  • La sabiduría se propaga ella misma

Sabiduría para la práctica

La Sabiduría es para la práctica, no para hablar de ella continuamente. Si nos limitamos a hablar de los Maestros, los Rayos y las Jerarquías, tan sólo conseguimos descuidar nuestras obligaciones presentes.

La Sabiduría es conocimiento aplicado

Cuando el conocimiento es aplicado deviene sabiduría. Solemos obtener mucho conocimiento pero tenemos que aplicarlo en nuestra vida diaria para que se transforme en sabiduría. A través de la sabiduría experimentaremos la existencia.

La sabiduría se propaga ella misma

No tenemos que estar deseando difundir la sabiduría sin trabajarla en nosotros mismos. No hemos comprendido bien si pensamos que podemos difundir la sabiduría. La sabiduría sabe como difundirse. Sólo necesita canales.

El Templo Interior

Templo Interior y Exterior

El Templo Interior

Mientras estamos en el cuerpo físico, es difícil meditar sobre lo Divino como algo puramente abstracto sin ninguna forma. Por tanto, desde tiempos inmemoriales la gente ha construido templos y otros lugares para rituales y ha tratado de encender la conciencia de Dios en los fieles con representaciones artísticas de lo Divino. Todas las bellas artes de los pueblos antiguos fueron consagradas al culto divino y al servicio del templo, para traer sensaciones nobles y elevar a los seres humanos a los planos divinos. Los templos con exteriores de oro deberían conducir al templo de oro interior, pero los templos exteriores fueron profanados y destruidos una y otra vez. El templo de Ibez de la época Atlante fue destruido, y también los templos de oro de la India, Egipto, Israel, Grecia, México… La erección de templos externos conduce fácilmente al dinero y al poder político porque la humanidad ha crecido demasiado en lo material. Los ídolos y templos exteriores pertenecen al plano material y sirven al propósito de santificar la mente y trascender los diferentes planos sutiles y exteriores. No obstante, las inclinaciones materiales excesivas cierran nuestra conciencia subjetiva. Un símbolo de los tiempos presentes es la lucha por los lugares sagrados y el cierre de los templos. De igual manera, las iglesias se venden y se usan para objetivos seculares.

Por ello, los Maestros de Sabiduría no recomiendan construir estructuras exteriores gloriosas, sino templos interiores y ashrams. La objetividad se llama el templo externo y la subjetividad es el templo interior. Estamos acostumbrados a una vida en la objetividad, pero podemos, voluntariamente, volvernos hacia la subjetividad, y desde allí podemos llegar otra vez a la objetividad. Esto se llama la apertura y el cierre del templo interior así como del templo exterior. La capacidad de ir conscientemente a la parte subjetiva es el primer paso hacia la realización del templo interno.

Nuestra mente tiene dos aspectos: la mente objetiva y la subjetiva. La mente objetiva se mueve constantemente hacia fuera a través de los sentidos. La mente subjetiva aparece cuando los sentidos se retiran y cuando la energía previamente orientada hacia afuera es dirigida hacia el interior a su origen. Cuando cerramos los ojos y seguimos pensando en las actividades externas, no nos hemos vuelto aún hacia la actividad interna. Es como si hubiéramos llevado trabajo de la oficina a la casa; aún no hemos llegado a casa. Mientras el templo exterior esté abierto, el templo interior permanece cerrado. El templo interior existe continuamente, pero sólo para aquellos que pueden volverse hacia dentro. Es un templo secreto; el secreto viene desde el silencio. Quien se vuelve hacia el interior es silencioso en cuanto a lo exterior se refiere. El silencio es un suceso, pero no un hacer. La obra del templo se lleva a cabo en la mente subjetiva; no es hecho por la mente objetiva. La práctica cotidiana de volver la mente hacia el interior con la meditación es la primera iniciación en el trabajo del templo interior.

La Cámara del Corazón

Podemos asociarnos con el interior con la ayuda de la respiración, o con la ayuda de la mente que está comprometida con algo muy interesante para la mente, por ejemplo un amanecer, una flor de loto blanca hermosa o una imagen del Maestro. Podemos visualizar una imagen sublime o una hermosa forma de luz en forma humana. Debemos imaginar lo mismo todos los días. Si somos perturbados, volvemos siempre a ello.

Cuando trabajamos con la respiración y observamos las pulsaciones, es suficiente hacer tres respiraciones para conectar con el latido. Una vez que nos concentramos en las pulsaciones, la respiración se convierte en algo secundario. Estamos entonces a la puerta del templo interior. Nuestra atención acerca poco a poco al punto en el que la inhalación se convierte en exhalación. Allí encontramos la fuente de la respiración como pulsación. No estamos “haciéndolo”, es un suceso en nosotros. El principio pulsante generalmente se percibe en el centro del corazón. La mente pregunta cómo este movimiento está sucediendo y está esperando en el umbral de la pulsación.

En el otro lado del principio pulsante está el Maestro de nuestro propio ser, YO SOY. En el umbral bajamos todo lo que se ha acumulado alrededor del YO SOY - las muchas identidades del mundo externo - y el individuo “YO SOY” está orientado a lo universal YO SOY. Cuando seguimos la respiración dentro de la cámara del corazón, estamos conectados con la conciencia universal y con la existencia universal. No hay más objetividad en el templo interior de oro. Descansamos en contemplación profunda y no estamos localizados, es decir, no nos relacionamos con el entorno.

La cámara interior es Atma, el Santo de los Santos. Es el centro a través del cual llegamos al origen. El centro de Buddhi, la luz del entendimiento, está justo en frente del templo interior; es la cámara exterior del corazón. El pensamiento mundano y la planificación se llevan a cabo en el plexo solar.

El centro del corazón es la puerta a la existencia interior y más real. En el centro hay una abertura que nos lleva al sistema espinal. En la línea vertical que existe sobre y en la médula espinal, podemos sentir la pulsación de remolinos de energía, los chakras, en ciertos lugares de la cabeza a la base. Cuando el OM nos conduce a las cámaras interiores, escucharemos los sonidos superiores ocurriendo sobre la base de Sushumna. Cuando entramos dentro de la columna, somos llamados una columna de conciencia.

La pulsación sutil nos lleva de la cámara del corazón hacia arriba al centro Ajna. El centro Ajna es el trono desde donde nos gobernamos a nosotros mismos y a nuestro entorno, la cámara del Rey del templo. Está sobre el centro del entrecejo. El Ajna es el órgano ejecutivo, el centro de Voluntad, desde donde somos activos como el alma. Desde allí volvemos al corazón para descansar. Las Escrituras recomiendan ir hasta el centro Ajna y luego funcionar entre el centro Ajna y el centro del corazón.

Visualizaciones

En el corazón podemos ver luz dorada y en la cabeza, luz diamante. La cámara superior de la cabeza - en el cerebro - se llama la “cueva del oso”, el Gran Oso o el oso polar. Su color es blanco. En la cámara del corazón se encuentra la “cueva del león” con color dorado. En la cabeza la luz es diamante, en el corazón es de oro y en las zonas más bajas es bronce.

Para meditar, nos podemos reunir con tres respiraciones profundas desde la cámara física, la emocional y la mental en el templo del corazón. Ahí, nos visualizamos a nosotros mismos en miniatura y luego visualizamos por encima de la cabeza una columna de luz que sube a los círculos superiores. Nos sentamos en una forma miniatura en el corazón y la cabeza es un globo de luz que se abre hacia abajo. Desde allí, la luz se vierte a nosotros en una columna, mientras estamos en el corazón como un principio pulsante. Nos imaginamos esta situación y, con la ayuda de una exhalación profunda, avanzamos lentamente hacia arriba al triángulo de las tres cualidades del alma y al alma misma.

También podemos meditar desde el centro Ajna y conectar al Supremo. Las energías divinas fluyen del Ajna y Sahasrara a través de la garganta al templo del corazón. De ahí, comenzamos a distribuir la energía a través del pensamiento, del discurso y la acción. Con la ayuda de OM, se crea un canal al corazón y a los centros superiores dejando que el sonido se eleve hacia arriba. El desarrollo del canal vertical es lo más importante, pero para ser admitido en las cámaras interiores del templo, la única manera es servir a los semejantes. Mientras los sirvamos sin ser orgullosos, encontramos la entrada. De lo contrario, sólo nos moveremos alrededor del templo. Con la actitud de compartir la información y las energías con otros, fluirán las energías jerárquicas y podremos pasar.

El Maestro en el Corazón

Cuando somos lo suficientemente puros, podemos abrir un canal interno pronunciando OM a través del cual la jerarquía puede contactarnos. Si intentamos contactar al Maestro, podemos imaginar su aparición en el templo de nuestro corazón. Entonces, cada cual puede hablar con el otro. Después de haber llamado al Maestro en nuestro centro del corazón, le ofrecemos un asiento y nos sentamos con él. Desde el corazón, da el impacto de su luz, su poder y su amor a cada área de nuestro ser y hace las rectificaciones necesarias. Mientras hace esto, podemos dialogar con él. Podemos pedirle consejo, y él nos lo dará. También podemos hablar con él con buen humor y él será gracioso con nosotros. La presencia del Maestro en la cámara de nuestro corazón es una cuestión relacionada con nuestra imaginación. Cuando lo imaginamos intensamente, también experimentamos su forma, su luz y su amor. Su presencia produce las transformaciones en nosotros. De esta manera, nuestro comportamiento se reorganiza y cae en sintonía con los patrones naturales. Cada vez que pensamos en el Maestro, él ya está presente en nuestro corazón. Mientras lo mantengamos en nuestro corazón, tendremos una conexión muy íntima y estrecha con él, y somos guiados desde el templo del corazón.

Cuando somos sinceros y regulares en nuestra contemplación, la energía de Dios se cristaliza en nuestra forma. Su forma se mantendrá, incluso si dejamos el cuerpo de carne y hueso, el templo físico. De esta manera los grandes Maestros han cristalizado las formas de la energía de Dios, y así cumplen la obra de Dios por largos períodos de tiempo.

Fuentes: K. Parvathi Kumar: Curación Espiritual / Notas de seminarios. Dr. E. Krishnamacharya: Libro de Rituales. The World Teacher Trust / Ediciónes Dhanishtha España (www.edicionesdhanishtha.com)