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  • Sabiduría para la práctica
  • La Sabiduría es conocimiento aplicado
  • La sabiduría se propaga ella misma

Sabiduría para la práctica

La Sabiduría es para la práctica, no para hablar de ella continuamente. Si nos limitamos a hablar de los Maestros, los Rayos y las Jerarquías, tan sólo conseguimos descuidar nuestras obligaciones presentes.

La Sabiduría es conocimiento aplicado

Cuando el conocimiento es aplicado deviene sabiduría. Solemos obtener mucho conocimiento pero tenemos que aplicarlo en nuestra vida diaria para que se transforme en sabiduría. A través de la sabiduría experimentaremos la existencia.

La sabiduría se propaga ella misma

No tenemos que estar deseando difundir la sabiduría sin trabajarla en nosotros mismos. No hemos comprendido bien si pensamos que podemos difundir la sabiduría. La sabiduría sabe como difundirse. Sólo necesita canales.

Impersonalidad

Sabiduría y Personalidad

Impersonalidad

La sabiduría es el resultado de elevarnos de nuestra personalidad individual al reino de la luz, al que llamamos «nivel búdico de sabiduría». Elevamos nuestra personalidad y nos sumergimos en la luz oceánica de la sabiduría. Somos capaces de transmitir la voluntad, el amor y la luz del alma a la personalidad. Nos volvemos menos ignorantes, menos egoístas y menos individualistas.

El objetivo de toda práctica de sabiduría es ofrecer toda nuestra personalidad a la luz impersonal del alma y al plan que se lleva a cabo a través de la voluntad, el amor y la luz del alma. En la luz del alma, en nuestro quehacer diario, somos capaces de trascender la personalidad -nuestros propios puntos de vista, opiniones y juicios- y entrar en la visión del alma. De este modo, nuestra personalidad se convierte en un canal a través del cual el alma puede expresarse. La personalidad se vuelve tan transparente que se vuelve impersonal. Sólo entonces la luz del alma puede brillar en el mundo a través de nosotros.

Según los Maestros de Sabiduría, nuestro crecimiento espiritual consiste en pasar de la personalidad a la impersonalidad, a un estado expandido llamado iniciación. Los maestros consideran una gran ilusión del pensamiento humano medir el desarrollo espiritual por la personalidad, porque nos limitamos a nosotros mismos a través de muchos pensamientos egocéntricos. La individualidad, la personalidad y los fuertes puntos de vista personales limitan cada vez más nuestra propia persona. Cuanto más civilizados y desarrollados estamos en un sentido mundano, más solidificados e individualizados nos volvemos. Nuestra propia personalidad impide así nuestro crecimiento y se convierte en una prisión para el alma.

A partir de una personalidad fuerte, intentamos llevar una vida en nuestros propios términos. Las personalidades fuertes no permiten que la energía del alma fluya a través de nosotros. Por mucho que conectemos con las enseñanzas, no fluye más sabiduría. Aunque llevemos muchos años escuchando la sabiduría y haciendo ejercicios de sabiduría, poco cambia en nuestro comportamiento. Seguimos como estamos, con nuestros puntos de vista fijos y nuestra forma arraigada de hacer o hablar. No sacrificamos ningún punto de vista en el altar de la impersonalidad. En la medida en que somos personales, personalizamos nuestros conocimientos y nuestras capacidades. Incluso personalizamos la luz que nos atraviesa. A esto se le llama «trabajar en beneficio propio» o «interés propio».

El propósito de las enseñanzas de la sabiduría es superar estas actitudes y vivir en una impersonalidad en la que prevalezca la sabiduría y no los puntos de vista personales. En lugar de promover nuestra personalidad, debemos promover lo divino que hay en nosotros conectando con lo divino. El alma conectada con lo divino permite coordinar sin esfuerzo la personalidad con el alma. Lo divino nos da habilidades, conocimientos y la luz adecuada para aportar al entorno. Cualesquiera que sean nuestras habilidades, las ofrecemos para ayudar a los demás. Mientras no vivamos en este espíritu de ofrenda, no nos elevaremos del estrecho estado de nuestra personalidad.

Las Acciones de los Iniciados

A la luz del alma, a menudo sacrificamos comodidades y ventajas personales para servir a los demás. Vemos que nuestras acciones benefician a los demás, y al hacerlo nos olvidamos de nosotros mismos. A través de una vida de ofrenda, nos desdoblamos; el aspecto limitador de nuestra personalidad se disuelve lentamente. La personalidad se vuelve más transparente, y a través de una personalidad transparente puede brillar la luz del alma. Entonces también podemos comprender e impartir la sabiduría directamente, sin que esté teñida por nuestros puntos de vista personales. Los iniciados se ofrecen a sí mismos - sus pensamientos, palabras y actos - y, como resultado, se producen aperturas divinas en su interior y la luz y el magnetismo fluyen hacia el mundo.

La personalidad de un iniciado no tiene sus propios puntos de vista y posiciones fijas. Un iniciado no planea de antemano cómo va a proceder, siempre se guía por la posición de los demás. No se fija tareas para las que intentará trabajar. No aborda las tareas, éstas vienen a él. No tiene prisa por hacer las cosas, sino que las aborda a medida que le llegan. Sobre todo, no tiene nada que decir sobre su personalidad. No saca a relucir nada de su pasado para colmar a los demás con ello, porque todo es pasado. Sólo se preocupa de lo que hay que hacer inmediatamente. Para él, la personalidad no tiene calidad propia. Su acción impersonal es una actividad espontánea del alma que actúa a través de la personalidad. Cuando sucede, el iniciado se regocija en la transmisión de la luz. Eso es todo.

¿Cómo sabemos si algo que hacemos es impersonal o personal? Si nos detenemos en los detalles de una acción que hicimos ayer o en cualquier momento en el pasado, esto es una clara indicación de que estamos viviendo con el pasado y que nuestro pensamiento está influenciado por acciones pasadas. Con la acción impersonal, sólo nos preocupa lo que hay que hacer inmediatamente. Hemos superado los sentimientos sobre lo que se ha hecho o lo que debería hacerse más tarde. Alimentar los sentimientos conlleva una distorsión de los procesos de pensamiento.

Pensamiento y Acción Impersonales

Podemos realizar cualquier acción; es nuestra orientación la que hace que un acto sea personal o impersonal. Así que cualquier acción puede transformarse en una acción personal o impersonal. Si recordamos que estamos sirviendo a la sociedad, la acción se convierte en impersonal, aunque podamos obtener algún beneficio de ella. Pero si hacemos negocios sólo por el afán de lucro, la experiencia es diferente.

El Maestro CVV nos aconseja examinar cada acción que realizamos: ¿Hasta qué punto nuestro discurso o acción está vinculado a una motivación y beneficio personales? Es inevitable actuar, pero si la acción es impersonal, no hay reacción en cadena (karma). En otras palabras, no creamos consecuencias que nos aten. Al actuar impersonalmente, permanecemos libres de ataduras y no creamos nuevo karma. Los motivos determinan el color del karma. Mientras actuemos por motivos personales, existirá karma individual. Al ofrecer nuestras acciones a la vida universal, el karma individual se neutraliza.

Cuando somos impersonales, estamos en el punto de vista del ser. Entonces suceden cosas que no poseemos ni nos atribuimos a nosotros mismos. A través del tiempo y del lugar, la naturaleza nos ofrece sugerencias para la acción y nosotros reaccionamos a ellas. Cuando la naturaleza se propone algo, nos lo hace llegar. No iniciamos la acción nosotros mismos, sino que reaccionamos a las cosas que nos llegan a través de la vida. Si alguien nos pide consejo, le aconsejamos, si alguien nos pide que le enseñemos, le enseñamos. Simplemente respondemos a la necesidad.

La impersonalidad se expresa como una personalidad flexible en la que no hay limitaciones ni condiciones. Esta actitud es necesaria para que podamos entrar en la luz. ¿Cómo reaccionamos, por ejemplo, cuando se produce alguna pequeña alteración en una situación rutinaria? ¿Podemos aceptar, sin más, una situación desagradable? ¿Cómo aceptamos que falte algo en nuestro programa fijo o que algo cambie? Necesitamos nuestras comidas fijas, nuestro sueño y nuestras temperaturas habituales, de lo contrario nos metemos en problemas. Para algunos es difícil renunciar a una taza de café. Cuando trabajamos bajo la guía del alma, nos adaptamos fácilmente a los cambios de la vida.

En las relaciones interpersonales, debemos crear vínculos y conectar con los demás de forma amistosa. Creamos conexiones libres que son amorosamente impersonales.

En la nueva era, la Jerarquía tomó la decisión de trabajar a través de la llave maestra de la impersonalidad, que se produce cuando la personalidad está alineada con el alma. Esto significa que los verdaderos maestros transmiten la verdad y el camino que conduce a esa verdad. El verdadero maestro guía desde el fondo. Dado que muchas personas todavía viven en el nivel emocional en lugar del nivel mental puro, la personalidad sigue siendo honrada hasta cierto punto con cada maestro. Sin embargo, el maestro no la fomenta en modo alguno.

«Aprende, si puedes, a permanecer impersonal» es la primera y básica instrucción del Maestro CVV. «Observa tus patrones de pensamiento, toma nota de ellos y comprende cuántos son personales y cuántos impersonales. No te dejes llevar por tus pensamientos sin discernimiento». El Maestro prometió darnos el poder de ser impersonales.

El Maestro es la energía Maestra que trabaja a través del Maestro CVV permaneciendo impersonal. Esta energía es omnipresente, omnisciente y omnipotente. Nada puede personalizarse con esta energía.

Fuentes utilizadas: K.P. Kumar: Hércules. El Hombre y el Símbolo; notas de diversos seminaries. The World Teacher Trust / Ediciones Dhanishtha España (www.edicionesdhanishtha.com)