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  • Sabiduría para la práctica
  • La Sabiduría es conocimiento aplicado
  • La sabiduría se propaga ella misma

Sabiduría para la práctica

La Sabiduría es para la práctica, no para hablar de ella continuamente. Si nos limitamos a hablar de los Maestros, los Rayos y las Jerarquías, tan sólo conseguimos descuidar nuestras obligaciones presentes.

La Sabiduría es conocimiento aplicado

Cuando el conocimiento es aplicado deviene sabiduría. Solemos obtener mucho conocimiento pero tenemos que aplicarlo en nuestra vida diaria para que se transforme en sabiduría. A través de la sabiduría experimentaremos la existencia.

La sabiduría se propaga ella misma

No tenemos que estar deseando difundir la sabiduría sin trabajarla en nosotros mismos. No hemos comprendido bien si pensamos que podemos difundir la sabiduría. La sabiduría sabe como difundirse. Sólo necesita canales.

La Sabiduría de Esperar

Paciencia

Wisdom of Waiting Todos los ejercicios espirituales parecen al principio ser muy simples y pequeños una vez que se ha comenzado con ellos. Pero si intentamos adaptarnos a ellos y realizarlos, gradualmente más y más se da. Nunca habrá un final. El programa continuará en aumento hasta que nuestra personalidad olvide que hay un programa que se va incrementando y la personalidad es finalmente es transformada. Esta transformación gradual en la luz necesita mucho tiempo y paciencia. Todo lo que tomamos como ejercicio debemos hacerlo lentamente y paso a paso, debemos trabajar con él continua y constantemente. No hay nada apresurado en el camino, la iluminación no ocurre en los próximos cinco minutos.

El progreso parece ocurrir a la velocidad del paso de un caracol. Los que están un poco más adelante deben servir a los que están detrás de ellos y que avanzan muy lentamente. Es como con el viaje de la tortuga y el conejo: El conejo es muy rápido y aprende a ser más lento para beneficio de la tortuga. A la lenta tortuga se la hace caminar un poco más rápido. El Plan lo incluye todo, y se prepone elevar a toda la humanidad.

La impaciencia es un obstáculo en la trayectoria espiritual; produce irritación. Fácilmente criticamos y nos molestamos. La gente hiperactiva no puede esperar y hacer solo lo que debe hacerse. Así no hay receptividad para el alma. Incluso en la meditación, nuestra mente permanece ocupada y continúa pensando. No dejamos una puerta abierta para que lo Divino llegue. Es exactamente como si llamamos a alguien por teléfono y continuamos hablando, y luego nos quejamos de que la otra persona no ha contestado. Meditación significa esperar hasta que todos los pensamientos se han aquietado.

Cuando estamos vigilantes, permitiendo que los pensamientos pasen, penetramos del estado de hacer al estado de ser. Por tanto, la meditación no es hacer sino dejar que suceda, ser para ser receptivos para la divinidad. Hacemos una proposición al ser de que puede entrar en nosotros. Si perdemos el ser haciendo, nos aferramos excesivamente a la mente.

Las oraciones, son como una conversación con la deidad, pero después debemos volvernos silenciosos y permanecer silenciosos, para poder recibir la respuesta a nuestras oraciones. La capacidad de recibir está relacionada con la capacidad de esperar. Las personas que no pueden esperar tampoco pueden recibir. Esperar es una pausa que nos otorga equilibrio. Muchos iniciados logran mucho por la fortaleza de su paciencia y su capacidad para esperar.

Cuando invocamos los nombres de los maestros, la idea detrás de esto, es que pedimos su ayuda, de modo de que logremos ser receptivos a la energía del alma, y esperamos su llegada. Nunca podemos establecer la relación nosotros mismos, es ÉL quien abre las puertas y las cierra otra vez. Sólo podemos esperar SU gracia por medio de acciones correctas y a través de la oración adecuada. A través de la espera nos abrimos a la gracia. No podemos exigir gracia; sólo podemos rogar que pueda venir a nosotros y esperar mientras cumplimos nuestros deberes diarios.

Permitiendo que los eventos lleguen

La sabiduría consiste en poder esperar y en hacer lo que debe hacerse ahora. Las cosas y la gente vendrán a nosotros, si nos dedicamos siempre al deber correcto siguiente. A consecuencia de nuestra hiperactividad, tendemos a correr detrás de las cosas, y así frecuentemente perdemos el acontecimiento correcto . El Maestro CVV dice: “Aprenda aceptar y a esperar. Lo que se merezca, vendrá. No se vuelva loco buscando las cosas.”

Las cosas no vienen a nosotros, porque un maestro nos da algo, sino por lo que hemos hecho. Cuando cosechamos frutas, es porque hemos atendido bien el jardín. Cuando no cosechamos frutas, esto significa que no hemos atendido al jardín de la manera como deberíamos haberlo hecho. Sólo los ansiosos corren alrededor buscando locamente buenos negocios, un socio o un profesor espiritual. El profesor viene, no porque hayamos corrido en busca de él, sino porque el tiempo está maduro. Si buscamos, caemos fácilmente en las manos incorrectas. Si confiamos en la naturaleza y en la divinidad, las cosas y las circunstancias vendrán a nosotros. Sin embargo, no debemos ser perezosos al responderles. El sendero espiritual requiere cultivar nuestra atención y no perder tiempo.

Un hombre del primer rayo decide extrayendo de su certeza interna lo que desea hacer, y lo pone en ejecución. Así puede manifestar trabajos de buena voluntad de una manera muy eficaz. Un hombre del segundo rayo también está guiado por su percepción interna, pero él espera una señal que viene del exterior. Él no actúa por sí mismo, sino que permite a la naturaleza el elegir el momento apropiado y las personas adecuadas para tomar un trabajo, de modo que la actividad no viene de él. Un acercamiento no es mejor que el otro, es la cualidad del alma la que decide.

Actuando y Esperando

Hay épocas de intranquilidad interna que nos conducen a actividades que provocan fracasos. Algunas veces nuestras primeras impresiones son incorrectas, y no debemos decidir al primer estímulo o invitar a otros a la acción, sino esperar cierto tiempo hasta que las cosas se desarrollen. Con todo lo que experimentamos durante un sueño o una meditación, tenemos la sensación de que es algo intuitivo. Si es realmente intuitivo, el incidente correspondiente también vendrá a nosotros del exterior.

Algunos, sin embargo, tienen la tendencia a posponer las cosas y a trabajar con gran tensión en el último momento. Cuando intentamos mantener puntualidad y un plan en nuestra rutina, estos defectos serán neutralizados. Existen también personas que piensan que no tienen que hacer nada y dejárselo todo a Dios, puesto que todo es destino. Ésta es una filosofía fatalista de holgazanería: “Dios vendrá y pondrá el pan en mi boca.” “Dios cuidará de mis niños. No tengo que hacer nada.” El actuar depende de nosotros. Esperar sin hacer lo que es apropiado no trae resultados.

Para preparar arroz para comer, primero necesitamos recoger los granos, limpiarlos y poner el arroz en la estufa. Cocinar requiere tiempo. Si no esperamos el tiempo correcto, no tendremos un buen arroz para comer. Por tanto la actitud correcta es actuar y después esperar. Hay un punto hasta el cual podemos hacer algo, no obstante, si hacemos más de lo necesario, esto es sin embargo, una pérdida de energía.

Cuando hacemos algo, lo hacemos sobre todo con vistas a un resultado. Hacemos un examen y esperamos el resultado. Solicitamos un empleo y esperamos la respuesta. Nuestra actitud de esperar por los frutos de nuestras acciones causa muchas expectativas y las consecuentes decepciones. La decepción es el “no-lograr” lo que esperábamos. Los obstáculos parecen ser una agencia externa que nos previenen del “como debiera ser” y lo que vemos como progreso.

Viviendo en la Experiencia

Cuando somos equilibrados, un cambio de programa no nos importa. Nos da una experiencia; tomamos los acontecimientos como vienen y así reaccionamos a ellos. Cuando vivimos en la experiencia, no hay sentido del tiempo y por ende no hay esperar. Es sólo para nuestra mente que el tiempo a veces parece pasar rápido y otras lentamente. Hay yoguis en el Himalaya que han rechazado el tiempo y viven en contemplación por meses.

Cuando entramos en el mundo sutil y nos involucramos profundamente con el movimiento interno, la mente se recoge en el loto del corazón. Allí tenemos que esperar por mucho tiempo ante la puerta pulsante de oro de la cámara interior. No podemos hacer nada desde el exterior para entrar al interior; la puerta se abre desde el otro lado. Simplemente sentados allí tomamos la luz dorada. Sus rayos transforman todas las capas de nuestro cuerpo, de modo que consigamos un cuerpo etéreo radiante y nos convirtamos en un instrumento de la luz. Entonces podemos conocer al Maestro en el corazón.

K.P. Kumar: Saturno / notas de seminarios / E. Krishnamacharya: Astrología Espiritual. The World Teacher Trust / Ediciónes Dhanishta España.